Cómo interpretar el etiquetado de tu crema solar

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En la actualidad encontramos un sinfín de marcas de fotoprotectores en las estanterías de cualquier establecimiento, pero ¿vale cualquiera? ¿cómo sé cuál es el que mejor se adapta a mi tipo de piel? Es muy importante saber interpretar el etiquetado de los mismos a la hora de elegir nuestro fotoprotector.

Los fotoprotectores deben de cumplir las indicaciones obligatorias de los productos cosméticos pero además deben incluir en su etiquetado menciones específicas que reflejen su eficacia (índices de protección solar)  y que aporten suficiente información al consumidor.

El sol emite distintos tipos de radiaciones y un buen fotoprotector debe de defender nuestra piel de las que son más perjudiciales:

UVB: Aunque son las radiaciones que poseen más energía, penetran poco en la piel. Son las responsables del verdadero bronceado, del eritema o enrojecimiento y de las quemaduras solares. Son más intensas en primavera y verano y se concentran en las horas centrales del día (11-16h).

UVA: Con menor energía penetran  en mayor profundidad en  nuestra piel siendo responsables de las alergias solares, del fotoenvejecimiento prematuro (arrugas, manchas) y del cáncer de piel. A ellas estamos expuestas durante todo el año y están presentes desde que amanece hasta que anochece por lo que tienen un mayor efecto acumulativo.

IR-A: Son las radiaciones infrarrojo-A responsables del efecto calorífico, penetran hasta la hipodermis o capa más profunda de la piel y atacan a las mitocondrias, aumentando la formación de radicales libres y por tanto causando un envejecimiento prematuro que se manifiesta con arrugas profundas, flacidez, descolgamiento…

Los fotoprotectores contienen filtros físicos, químicos, biológicos, órgano-minerales…que son capaces de absorber o reflejar las radiaciones solares protegiendo nuestra piel de los efectos perjudiciales de las mismas.

El FPS (factor de protección solar)  o SPF nos da información sobre la protección frente a la radiación UVB, se indica con un número (20,30,50+…) y nos indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa de la piel frente al eritema previo a la quemadura. Esto se cumpliría con exactitud si la cantidad del mismo que aplicáramos sobre la piel fuera de 2mg de producto por cm² de piel, es decir 30ml de producto por aplicación, algo que nunca hacemos con lo cual la fotoprotección alcanzada siempre queda por debajo de la indicada en el envase. Hay que recordar que no existe ninguna crema solar con un 100% de eficacia, con lo que no se puede hablar de “protección total” o “pantalla total”. Los FPS de 20 ó 30 filtran un 80% de la radiación y los de 50 sobre un 90%. A partir de aquí el incremento de FPS aumenta muy poco la protección. Un FPS 90 filtraría sólo un 4% más que un FPS 50. Es por esto que la normativa europea ha creado cuatro rangos para clasificar los fotoprotectores en función del FPS: bajos (6,8,10), medios (15,20,25), altos (30,50), muy altos (50+).

La protección frente a las radiaciones UVA viene indicado en el envase con las siglas PPD o IPD. No todos los fotoprotectores ofrecen protección frente a este tipo de radiación. Según COLIPA, el índice de filtración solar UV-A debe de ser al menos 1/3 del FPS indicado para UV-B. Si esto se cumple encontraremos en el envase el siguiente símbolo que nos proporciona una garantía de seguridad y eficacia frente a ambas radiaciones.

Para que un fotoprotector nos asegure protección frente a las radiaciones IR-A debe incorporar a su composición agentes antioxidantes en concentración adecuada para que sean capaces de alcanzar la mitocondria y evitar la producción de radicales libres.

Otro símbolo del etiquetado de un fotoprotector con el que nos debemos familiarizar es el que nos indica la vida de ese producto una vez abierto.

Por último recordaros el significado de la frase “ water resistant” o “resistente al agua” presente en los envases de los fotoprotectores. Dicha frase significa que el fotoprotector no pierde su capacidad protectora después de 40 minutos de inmersión en el agua. Los “ waterproof” o “ muy resistentes” no la pierden hasta después de 80  minutos. Aquí no se tienen en cuenta factores como la sudoración, el secado con la toalla…por lo que no olvidéis reaplicar la crema solar después de un baño prolongado.

Disfruta de los efectos beneficiosos que tiene el sol pero cuidando tu piel, evitando la exposición solar en las horas más perjudiciales (12 a 16h), reaplicando tu crema solar cada dos horas y después de cada baño, protegiéndote aún en los días nublados y sobre todo eligiendo un buen fotoprotector.

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